Visitas campiranas

El cerro del hombre en el fondo de la película, un machupichu maderense (sin ciudad de piedra todavía). Acantilado de 4 lados, aunque visto desde arriba es más redondo que un cuadrado. La ladera que nos aloja cae a la meseta tal cual gradas al campo en el estadio... y por el jardín central: el cerro del hombre. Y es que ambas laderas rodean desde primera a tercera. La meseta inferior remata en una caída al acantilado que lleva su base al río Tutuaca.

A la derecha del cerro del hombre los acantilados a 90º del cerro de las Trincheras. La sierra del Tule y rumbeando al duraznito coronan la visión, desde lo alto de la imágen.

Parece que va a equipatear toda la noche... el sol es comido por el cerro que nos separa de Arroyo Amplio y deja lugar a esas nubes que brincan del horizonte.

A estas horas los Vinoramas le suben al volumen a ese aroma dulce y fresco, huele a tierra mojada, y el sol hace su última acción del día penetrando los huecos que dejan las nubes al caer y que nos bañan en aroma a campo.

Que bueno que esto no se ve desde el camino, así queda lejos de quienes miran sin observar, aquellos que buscan un problema para la única solución que conocen. Esto va más allá que solamente ver.

Comentarios

  1. Me gusta cuando dice q esta lejos de quienes miran sin observar... suerte para los que miran con detalles.

    A veces siento que asi somos en nuestras vidas, nos pasamos a las personas como paisajes para solo verse, cuando realmente nos detenemos a observarlas nos damos cuenta q habia mas que espinas, que como los Vinoramas tambien hay aromas y sabores.

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